2.10.02

-Bienvenido a la casa de muñecas, donde todo es patente, donde los rasgos, los olores, las debilidades se muestran en su plenitud; donde lo feo se aprecia, se vive, hasta se disfruta. Bienvenido a lo que es, a lo que existe plenamente en su desarrollo espacio-temporal, bienvenido a la vida.

-Bienvenido al ICEX, donde todo es apariencia, donde las máscaras reinan ocultando realidades; aquí se dan cita la vacuidad de clase, el falso prestigio, el nombre, el “heraldo”, la élite devaluada que busca un atisbo de antigua aristocracia. La alcurnia dominando sobre todo lo demás: la humildad, la tolerancia, el respeto, la comprensión; yo soy…, yo me creo… Conciencia de clase superior, la entraña de lo privado: sin compartir despacho, sin compartir vecinos, sin compartir transporte,… Contactos, relaciones, movimientos financieros, abogados, asesores, secretarios; tíos, primos, hermanos, cuñados instalados en la cúspide de la organización social. Esfuerzo sobrehumano para mantener el status, porque temen el “algo que perder”; diversificar finanzas, bienes, relaciones para evitar el triste acontecimiento de perderlo todo.

Como laboratorio social y globalizado que es el ICEX, éste muestra y demuestra fehacientemente la situación social a mayor escala: diferencia, desigualdad, impermeabilidad de clases, conflicto de clases o simplemente ausencia de paralelismo entre ingresos económicos. ¿Y cómo se logra, se mantiene, se justifica esto? A través de la apariencia, porque lo aparente es aquello que parece, no lo que aparece, no lo que acontece, no es lo real, sino lo deformado, lo tergiversado, lo desviado hacia los intereses de aquellos expertos en diversificar, incluso lo más patente e ineluctable: lo real.

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