29.11.02

real? qué es lo real?, esto es lo real (conversación telefónica 29-11-2002, 12:14 h., Madrid):

-que pasa, dónde estás?
en la calle, he salido a comprar, voy hacia el coche para ir a santa eugenia.
-que tal, a qué hora te has levantado?
a las 11 y media o así.
-has dormido bien?
sí, me he levantado y creía que eran las 12 y media y digo, ya llego tarde, pobre niño que estará esperándome, pero luego miro mejor y eran eso las 11 y media.
-bueno, dónde vamos a comer?
pues yo en mi casa pero llámame luego que estoy ya en el coche, vale
-vale, venga, hasta luego.
hasta luego.

28.11.02

comenzó a morderse las uñas frías, destempladas. rudio eterno de la hoy triste ciudad de madrid. gris eterno en sus tejados. María imaginaba verde interminable, tierra compartida, frío inocente en las mejillas -irreal-. diez minutos esperando su transporte. diez minutos frustrando realidades. diez minutos engullidos por madrid...

26.11.02

el frío atenazaba las manos de María. la luz escapaba. tráfico era el paisaje. recordaba el verano. playa, luz y descanso -irreal-. contradicción estacional que borra los recuerdos. el autobús no llegaba y María, impaciente, ...

25.11.02

spider o la fragmentación. doble verdad. doble vida. doble espectro de la existencia. samuel beckett o la cercanía del vacío. angustia. indistinción. desafío. enfermedad de la mente enredada en sí misma...

21.11.02

El aforo de la iglesia se hallaba completo. Tras el inevitable ajetreo en busca de asiento los fieles habían ocupado un lugar tan apropiado como azaroso, el murmullo fue apagándose lentamente hasta llegar al momento culminante en el que el silencio era total, majestuoso, momento que precedía a la ansiada presencia del cura en escena, quien grave, serio, hierático, ocupó sin demora el altar sagrado. Todas las miradas se dirigieron hacia su persona como era de prever, pero no se trataba de miradas generales, imprecisas, sino que se clavaban obsesionadas en un motivo inusual del aspecto presentado por el cura aquella mañana; cada mirada, cada proyección de la vista recogía con precisión el estrecho ámbito que encuadraba sus manos marcadas. De pronto, haciendo gala de una tremenda naturalidad, B. abrió su Biblia y comenzó a leer…

5.11.02

Una vez compuso sus ropas y les dio el visto bueno con una mirada sobre sí mismo, B. se dirigió decidido a examinar el interior de un cajón, ignorando los crujidos intensos que producía el impacto de sus zapatos encima de los cristales desparramados esa misma noche; allí revolvió insistentemente entre impresos, cajetillas de tabaco, bolígrafos y otros objetos hasta encontrar un caramelo que adhirió con delicadeza a su lengua y una Biblia que dispuso bajo su brazo, apretándola con fuerza, de modo que pudiese introducir las manos en los bolsillos de la chaqueta.